Cuando el niño empieza a escribir, ya sea espontáneamente o porque el adulto lo propone, muchos factores se ponen en juego. El problema se plantea cuando se imponen las exigencias en edades tempranas. Algunos niños podrán enfrentarlas sin mayores dificultades, pero otros, que van transitando más lentamente las etapas previas necesarias, corren el riesgo de tener dificultades que perfectamente se podrían evitar.