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Existe consenso en la mayoría de los docentes de que trabajar Historia ya no es más repetir de memoria lo que señala el libro de texto, sino problematizar esos contenidos. La clave para que esto suceda es que a nuestros estudiantes no les llegue un saber acabado, casi en el sentido de
la verdad revelada; sino que puedan percibir cómo es que este se construye, cómo se generan preguntas y se buscan respuestas para saber los porqués de los distintos procesos sociales, y cómo esas preguntas van variando a partir de las necesidades del presente en el que está el historiador.

Uno de los eslabones en esa construcción del conocimiento es el trabajo con las fuentes de la Historia y es en ello que pondremos la mirada en
este artículo. Las fuentes son la materia prima, el insumo de los historiadores. Que nuestros niños y niñas se vinculen con ellas directamente les permite aproximarse a la naturaleza del conocimiento histórico, es “entrar en la cocina” del historiador y ver de primera mano como es que ese conocimiento se construye. 

De todas maneras, es importante tener presente que no se trata de crear pequeños historiadores, sino de aproximarlos a ese saber. El propósito es
que vayan naturalizando que este es un saber que se va reconstruyendo a partir de la formulación de preguntas, y que para responderlas se buscan algunas fuentes, pero otras son dejadas de lado. Por lo tanto, se llega a una respuesta posible según lo que se pregunte y según las fuentes de información que se consulten.

En esta propuesta didáctica trabajaremos con los métodos del historiador o, como los llama Trepat (2000), con los procedimientos. Comenzaremos
por familiarizar a los niños y niñas con qué son las fuentes, y para ello lo primero que deberían poder realizar es clasificarlas. Este proceso consiste en
distinguir, en primer lugar, si son primarias o secundarias. 

Publicado en Revista 162
Lunes, 19 Junio 2017 17:29

Un centenario de guerra (1914-2014)

La Primera Guerra Mundial, conocida como la Gran Guerra por sus contemporáneos, significó simbólicamente el trasiego de un siglo a otro. La conflagración mundial hirió de muerte al “largo siglo xix”, al decir del historiador inglés Eric Hobsbawm, y sirvió como puente de transición hacia un mundo moderno, dominado por potencias no europeas. Pero además cambió para siempre el significado de la guerra, incorporó nuevas víctimas, redimensionó las consecuencias y demostró que la racionalidad, tan cara al pensamiento ilustrado y moderno, bien podía conducir al progreso infinito, bien a la destrucción masiva y completa de la humanidad, dejando en evidencia la crudeza y crueldad del género humano.

En este artículo propone abordar el contenido de la Guerra Mundial atendiendo: el estudio de un concepto específico y sus atributos –como lo es el concepto de “Guerra Total”–, el análisis de un fenómeno multicausal, el uso de imágenes como fuentes primarias, y la voz de los disidentes que se animaron a protestar
contra la guerra. El objetivo siempre es trabajar la Historia como una disciplina interpretativa, que pretende comprender el mundo en el que se desarrolló la Guerra Mundial, sin juzgarlo desde los parámetros del presente.
Al final del artículo hay un pequeño apartado donde se realiza una muy breve recomendación sobre cuatro sitios web europeos, con propuestas didácticas, imágenes y artículos interesantes para trabajar en la escuela.

Publicado en Revista 124

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