Días pasados se hizo público el segundo estudio a cargo del INEEd, que refiere al estado de la educación en el Uruguay 1. Leer y analizar este informe se torna imprescindible, ya sea para desecharlo o para tomarlo en cuenta. Su elaboración está determinada en la Ley General de Educación, aprobada en el año 2008. Brinda insumos para evitar la improvisación, o la “sensación térmica” que genere el tema, permitiendo pensar la Educación en clave de cuestión nacional importante como política de Estado.
Este estudio tiene como uno de sus principales cometidos, dar cuenta a la sociedad en su conjunto de cuáles son los resultados que logra la educación para la formación de sus ciudadanos, qué oportunidades se les brindan, qué nivel de cobertura, rezago y permanencia se alcanza, y cuáles son las
condiciones en las que los trabajadores llevan adelante su desarrollo profesional. Pero también analiza qué condiciones brinda el Estado a través de la asignación de recursos destinados a infraestructura, remuneraciones, materiales, etcétera.
Una larga exposición a cargo de los responsables de la publicación estuvo acompañada de imágenes gráficas que permiten hacer comparaciones entre los datos que allí se encuentran.
Analizarlos constituye un esfuerzo de síntesis que restaría la importancia debida a un estudio riguroso, que maneja variables que nos permiten vincular datos.
En este estudio se refleja el profundo entramado existente entre los actores y los autores de los hechos educativos en todos los niveles, sin dejar de analizar el rol que desempeña cada uno. Tiempo y espacio no están ausentes en el análisis.
En un artículo publicado en QUEHACER EDUCATIVO, Nº 86, Mabel Quintela toma palabras de E. Morin, que compartimos y reiteramos:
«[...] ¿cómo lograr el acceso a la información sobre el mundo y cómo lograr la posibilidad de articularla y organizarla? ¿Cómo percibir el contexto, lo global (la relación TODO/PARTES), lo multidimensional, lo complejo?
Para articular y organizar los conocimientos y así reconocer los problemas del mundo hace falta una reforma de pensamiento. [...] esta reforma es paradigmática y no programática [...].
A este problema universal está enfrentada la educación del futuro porque hay una inadecuación cada vez más amplia, profunda y grave por un lado entre nuestros saberes desunidos, divididos, compartimentados, y por el otro, realidades o problemas cada vez más polidisciplinarios, transversales, multidimensionales, globales, planetarios.» (apud Quintela, 2007:6)
¿Quién podría fundamentar en contra de la necesidad de enseñar integrando saberes? Y si acordamos sobre la importancia de miradas interdisciplinarias, ¿por qué no es común ver en la práctica unidades didácticas que se piensen desde esa integración? ¿Cuáles son las dificultades para su implementación? ¿Cómo hacer para revertirlas?
Desde siempre, el hombre ha intentado saber acerca del origen de las cosas. Pensar en cómo comenzó todo no solo resulta desafiante, sino que
también permite la construcción de respuestas y el pronóstico de determinadas acciones y decisiones. El comienzo del Universo, el comienzo del tiempo, el futuro de todo lo que nos rodea, son algunas de las inquietudes ancestrales de los seres humanos. Las diferentes culturas crearon formas de responder a estos problemas. Este artículo tiene por cometido presentar un posible recorrido de enseñanza sobre las respuestas dadas al origen del
Universo desde algunas culturas, y particularmente sobre cómo la ciencia elabora las suyas.
Nuestros objetivos serán:
► Conocer cómo las diferentes culturas han explicado el origen del Universo.
► Analizar y reflexionar sobre el estatus de esas explicaciones, diferenciándolas de lo que implica una teoría, de lo que implica el conocimiento científico.
¿Qué relación hay entre enviar un mensaje por WhatsApp, calentar la leche en el microondas, los colores del arcoiris, ver en la televisión a Uruguay jugando en un mundial o las placas radiográficas que nos manda el médico? Todos están asociados a la radiación electromagnética.
En el programa de Física para sexto grado aparece como contenido: Las ondas luminosas. El espectro electromagnético.
Es importante preguntarnos qué saben y qué experiencias previas tienen los alumnos de sexto grado sobre ese contenido, y qué habilidades necesitan poner en juego para poder interactuar con las situaciones y actividades de enseñanza que se puedan desarrollar en la clase. Los docentes
sabemos de la importancia de identificar contextos adecuados que permitan relacionar los contenidos de enseñanza con preguntas o problemas del mundo de los niños, esto creará interés y dará un sentido al aprendizaje de ideas y modelos científicos.
Algunas indagaciones muestran que los niños (y muchas personas adultas) asocian la radiación a eventos peligrosos o nocivos para la salud, no diferencian conceptos de radiación y de radiactividad, de ahí la asociación a peligros como accidentes nucleares o temor a radiación cósmica. Igualmente, aplicaciones tecnológicas como teléfonos celulares u hornos de microondas, algunas veces son consideradas nocivas para la salud a partir de ideas bastante confusas.
La pregunta que da inicio al tema puede generar una conversación “científica” que permita la expresión de ideas que los niños han construido en interacción con su medio.
Este artículo, enmarcado en reflexiones teóricas y análisis de las prácticas, desarrolla una de las actividades de la secuencia sobre el Sistema Solar.
Se presenta el recorrido realizado, y se profundiza en las intervenciones docentes relacionadas con la escritura para la construcción del conocimiento astronómico. Se centra en la importancia de la escritura en ciencias, como generadora de un significado más complejo en aquellas ideas que fuimos trabajando.
El presente trabajo busca dar cuenta de parte del recorrido realizado por niños y docentes de escuelas públicas de Canelones, Salto y Soriano con relación al Sistema Solar.
Al comenzar el trabajo con nuestros alumnos se visualiza que sus saberes respecto a este tema se centran predominantemente en una etapa descriptiva; saben el nombre de los planetas, su ubicación en torno al Sol y que tienen algún movimiento, en particular el de traslación. No se cuestionan las distancias, los tamaños ni su movimiento de rotación; tampoco se preguntan cómo se sostienen ni cómo se mantiene ese movimiento. Estos datos nos parecieron relevantes a la hora de pensar nuestras intervenciones. Fue necesario entonces problematizar esos “saberes” para repensarlos a la luz de una astronomía escolar que estuviera en sintonía con una ciencia escolar que prioriza la naturaleza de la ciencia.
Para ello fue imprescindible analizar y reflexionar sobre los contenidos que era necesario abordar, así como sobre las dificultades y obstáculos a la hora de aprenderlos. Algunas de las preguntas que buscamos responder fueron; ¿qué es importante que se conceptualice del Sistema Solar? ¿Cuáles
son los obstáculos que se visualizan en la construcción que nuestros alumnos han hecho sobre él?
Se resuelve abordar estos tres aspectos en la secuencia:
1) los cambios que ha tenido el concepto de Sistema Solar, ya que como todo conocimiento científico es una construcción;
2) promover el pasaje de la descripción a la conceptualización, considerar el Sistema Solar como un conjunto gravitacional formado por una estrella, el Sol, que da nombre al sistema, y un conjunto de astros –planetas, asteroides, lunas, cometas...– que la orbitan directa o indirectamente y el espacio comprendido entre ellos;
3) redimensionar comparativamente el diámetro del Sol, de los planetas y la distancia entre todos ellos.
Varios son los obstáculos a los que nos enfrentamos al abordar la enseñanza de la Astronomía en la escuela: desde la disciplina misma, por la dificultad al delimitar sus diversas perspectivas de estudio; desde su didáctica, dada la escasa investigación existente que trascienda la “catalogación” de las ideas previas de los alumnos; desde el cuerpo docente, por la poca frecuentación y reflexión que realizamos sobre la enseñanza y el aprendizaje de esta disciplina escolar.
En sexto grado se debe agregar el hecho de que los alumnos han consolidado una imagen de científico, y una concepción de ciencia y del proceso de elaboración del conocimiento científico totalmente estereotipadas. La práctica usual en nuestras aulas es presentar la ciencia como un cuerpo de conocimiento acabado y bien definido, y el lenguaje científico como un sistema de etiquetado que describe e informa sobre “verdades descubiertas” e inmutables.
En las actividades que se presentan, se parte del supuesto de que aprender ciencias supone modificar las ideas de sentido común que se construyen desde pequeños, superar los obstáculos de la naturaleza del propio conocimiento disciplinar, apropiarse de los modelos científicos escolares y trabajar a fondo con el lenguaje específico de las ciencias.
Isaac Newton se encontraba descansando debajo de un árbol de manzanas de su casa de campo de Lincolnshire, Inglaterra, en tiempos en que la epidemia de peste bubónica castigaba Londres, cuando de repente cayó al suelo un fruto del árbol. Ese hecho, en una tarde del verano de 1665,
lo llevó a reflexionar, a pensar sobre qué provocaba que la manzana fuera atraída hacia la Tierra, y a concebir la ley de Gravitación Universal.
La veracidad de esta historia de la ciencia ha sido puesta en duda infinidad de veces. En 2010 se publicó un manuscrito del físico Stukeley contemporáneo y amigo de Newton), titulado “Las memorias de la vida de Newton”, que constituye una prueba fehaciente acerca de la autenticidad de esa historia.
Nota: Esta es una reedición adaptada del artículo “El movimiento... (2ª parte). De cómo la Tierra se puso a girar en torno al Sol”, publicado
en QUEHACER EDUCATIVO, Nº 64 (Abril 2004). Agradecemos a la autora por su autorización.
En más de una ocasión hemos reflexionado sobre la necesidad de abordar lo que caracteriza a la ciencia y al conocimiento que ella produce.
El cuento que antecede este artículo es un buen ejemplo de cómo trabajar esos contenidos al mismo tiempo que se están presentando otros. (Ver Cuento) Aquí, la esencia del cuento hace referencia al movimiento relativo de los planetas y a la forma en que la humanidad lo vio y lo vivió. Pero es posible hacer otras lecturas. Por ejemplo:
► ver como el contexto científico incide sobre los conceptos;
► analizar la naturaleza de los argumentos usados en cada caso para sostener las afirmaciones;
► constatar cómo surge la necesidad de probar lo que se está afirmando;
► notar cuando aparece la diferencia entre probar evidencias y construir explicaciones.
Texto y dibujos de Jean-Claude Pecker. Profesor de Astrofísica del "Colège de France". Adaptado del Correo de la UNESCO (abril, 1973)