Todo comenzó por una pregunta: ¿qué alcance tiene “Las estaciones” en primer grado? Los contenidos que posibilitan su conceptualización desde un punto de vista astronómico, se distribuyen entre primer y cuarto grado. Consideramos equivocado enfocarlo desde Ciencias de la Tierra –el tiempo atmosférico en las distintas estaciones–; desde la Biología –cambios que manifiestan algunos seres vivos–; o desde las Ciencias Sociales –actividades
humanas según las estaciones–. Esos enfoques dejan de lado la mirada astronómica; entonces, ¿qué deberíamos enseñar en primer grado?
En los primeros grados, el programa plantea la observación de los fenómenos astronómicos desde “el adentro”, desde la Tierra, y más específicamente desde lo local. ¿Qué fenómeno vinculado a las estaciones es susceptible de ser observado? Sin duda, el movimiento aparente del Sol, que cambia a lo largo del año en dos aspectos.
► En la altura, y por ende en la longitud del arco que recorre. Altura que puede medirse directamente o a través de las sombras que genera; longitud de recorrido que implica más o menos horas luz.
► En el lugar de salida y puesta, que puede registrarse por mojones locales o por los puntos cardinales.
Como “La duración día-noche” es contenido de primer grado, su variación en el año parece estar implícita. También un primer intento de explicación relacionado al recorrido del Sol por llegar a mayor altura. De ahí que reorganizáramos los contenidos programáticos buscando una mayor coherencia
disciplinar escolar.
Para avanzar conceptualmente en el tema propusimos una secuencia que promoviera la observación de esos fenómenos astronómicos y su posterior análisis e interpretación.