Pocas modalidades literarias dan tanto cuenta de lo que somos como pueblo y lo que heredamos como tradición, como la narrativa histórica.
Los uruguayos necesitamos un espejo que nos devuelva nuestra propia imagen, grandiosa o deficitaria, pero que nos permita reconocernos
entre otras imágenes y distorsiones del mundo.
Este género híbrido tuvo siempre grandes cultores en nuestro país. A mitad de camino entre la Literatura y la Historia, sus comienzos fueron enjundiosos, allá a fines del siglo XIX.
Ponerse en el lugar de los Otros (las personalidades históricas reales), ser un eficiente intérprete y recreador literario, y resultar creíble o atractivo para los lectores, no parecen méritos menores de nuestras y nuestros actuales narradores históricos.