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Aprender ciencias supone modificar las ideas que construimos desde pequeños. Para ello hay que vencer obstáculos que son propios de la naturaleza del conocimiento científico. Seleccionar los atributos del modelo corpuscular de la materia a enseñar, y definir su ubicación en la secuencia didáctica, condicionan la posibilidad de su comprensión y de su uso. 
Presentamos el trabajo realizado en un tercer grado de una escuela de Canelones y en una escuela rural de Soriano. Nuestro propósito era que los alumnos comprendieran qué es un modelo, qué dice un modelo particular (el modelo corpuscular de la materia), y que vieran la utilidad de los modelos al usarlos para interpretar fenómenos cotidianos. En este caso, con el MCME se pretendía comprender de una manera diferente, “científica”, la dilatación térmica en sólidos, líquidos y gases.

Publicado en Revista 140
Sábado, 26 Agosto 2017 19:33

¿Savia o resina?

En ocasiones, los alumnos se acercan a la clase con inquietudes, comentarios o diálogos que muchas veces dejamos pasar, y son estas instancias las que justamente debemos aprovechar porque pueden llevarnos, a maestros y alumnos, a investigar en ciencias, a percibir de otra forma lo que nos rodea, y a hacernos preguntas que habitualmente no nos haríamos.
Los docentes no podemos dejar de lado esos extraordinarios momentos, en los que se abren oportunidades para trabajar en Ciencias de la Naturaleza. Y especialmente cuando los niños están motivados desde sus propias experiencias de observación y cuestionamientos –si los hubiera–; porque si no fuera así, ahí comenzaría nuestra tarea poniendo en evidencia sus pensamientos, hipótesis, estrategias de resolución, planteando experimentos si fuesen necesarios y analizando resultados para finalmente ampliar las explicaciones. Es así que se reconstruyen sus conocimientos, ¿vale la pena entonces enseñar ciencias? Claro que sí, para ello debemos conocer sus ideas y a partir de allí pensar juntos qué queremos saber y cómo vamos a organizar la investigación.

Esta experiencia, gira en torno a lo que ocurrió en el tercer año, al llegar a la clase, a través de una niña, una pelota de "savia".

 

Publicado en Revista 128

Aproximadamente uno de cada tres uruguayos es analfabeto en materia de conocimiento institucional. Aunque no se reconozca públicamente, ese problema existe y representará un desafío para la democracia si no se le presta atención. En los años 2007 y 2013, el Instituto de Ciencia Política realizó dos encuestas para evaluar la imagen pública del Parlamento.
Uno de los bloques de la investigación estaba centrado en el nivel de conocimiento que la ciudadanía tiene de las funciones del Poder Legislativo. La pregunta “¿podría usted decir cuál es la principal función del Parlamento?” fue respondida por dos tercios de los encuestados (un tercio dijo que la función era legislar y otro tercio mencionó otras funciones como representar, controlar al Ejecutivo, debatir, etc.). 
El grupo que no logró responder la pregunta está compuesto por personas con bajos niveles educativos. Entre los encuestados que no completaron la enseñanza primaria, la proporción de personas que no supo responder se ubicó en el 70%, y entre los que no terminaron el ciclo básico de enseñanza secundaria alcanzó el 55%. Además, ese grupo de personas presentó niveles de desinformación importantes cuando se les consultó sobre asuntos públicos de notoriedad o sobre el conocimiento de autoridades institucionales (un 80% no logró mencionar una ley aprobada en el año anterior; más del 60% de ese grupo no conocía el nombre del Vicepresidente de la República y tampoco lograba ubicarse con claridad en el eje izquierda-derecha). ¿Por qué sucede esto? Una observación muy simple nos conduce a la educación cívica que reciben las personas y a dos factores que influyen en ese proceso: los partidos políticos y la educación formal. Históricamente, la formación cívica estaba vinculada a los partidos, pero en las últimas décadas estos han perdido capacidad de convocatoria en virtud del fuerte impacto de factores estructurales como los cambios en la sociedad o la revolución tecnológica. Por otra parte, la enseñanza formal parece no haber asumido con decidido impulso la responsabilidad de educar cívicamente a los ciudadanos. Obsérvese que la asignatura encargada de divulgar contenidos relativos al funcionamiento de la democracia y las instituciones es “Educación Social y Cívica”, ubicada en el tercer año de la enseñanza secundaria. Como muchos estudios lo demuestran, los niveles más altos de deserción del sistema educativo se producen precisamente entre el primer y segundo año de la enseñanza media. 

El autor propone una serie de ensayos que se puedan desarrollar en el aula, se apoyen en la introducción de nociones teóricas referidas a cuatro asuntos significativos de la formación cívica: la democracia, la ciudadanía, las elecciones y las instituciones de gobierno. El objetivo debe ser simple, brindar al educando nociones básicas acerca de los andamiajes colectivos que hacen al funcionamiento democrático.

 

Publicado en Revista 126
Jueves, 27 Octubre 2016 20:23

Proyecto de aula: "Fábulas para recordar"

¿Trabajar con fábulas en el siglo XXl? ¿Utilizar la lectura como un medio para moralizar? Este proyecto de trabajo en tercer año, es de carácter anual y muestra la secuencia de actividades en la que como producto final se elaborará un libro de fábulas ilustradas.

 

Publicado en Revista 117