Toda antología es necesariamente incompleta en la medida en que se presenta como la cartografía de un pensamiento.
El mapa desplegado en las quinientas páginas de esta antología seleccionada y presentada por Marcia Rivera y Marta Demarchi es vasto y diverso, porque vasta y diversa ha sido y sigue siendo la producción intelectual de Miguel Soler.
Pocos educadores en nuestro país han producido tanto y en momentos históricos, circunstancias políticas, ámbitos institucionales y lugares geográficos tan diferentes.Por ello, Miguel nos la ha puesto difícil tanto a las recopiladoras como a quienes tenemos el honor, en este momento, de comentar sus textos. Sin embargo, hacerlo con él, leerlo, integrarlo a nuestros pensamientos y acciones, tenerlo como referencia permanente, también discutirlo, confrontarlo, es una oportunidad que tenemos que agradecer a la vida.